Brownie a la diavola con arándanos

Recordar aquella sensación, cuando cabeza abajo delante de un barreño lleno de agua (calentada desde la salida del primer rayo de sol) llenaba tantísimas tardes de verano y rodeada de aquel olor a cítrico fresco del champú, hace estremecer la última célula de mi ser; es cuando el placer de lavar el pelo a mis hijos, vuelve de nuevo a ser un momento especial. Desde  que nacen y los meto en esas bañeritas de agua tibia, y al ponerles sobre esas barriguitas una esponja natural, para que el agua roce esa tibia piel ... hace que ese momento se haga memorable para toda la vida. Cuando vas subiendo con la esponja hasta sus cabecitas, una vez acariciado su frágil cuello y permites que de nuevo el agua, refresque su piel ... es una sensación indescriptible. Pero con el tiempo estos placeres, van desapareciendo porque las majestades de  mi vida, van creciendo y toman esa autonomía en la que hasta preguntarles la hora, puede parecer como un agravio a su intimidad. Por suerte para mí, esta etapa también va alejándose y de nuevo vuelven a pedir: "Mami, ¿me lavas el pelo?".

Mi mente reacciona rápidamente "¡Dios mío, gracias. Menudo regalo acabo de recibir!".

Existen regalos en esta vida que nada tienen que ver con lo material. Cuando son sentimientos bellos, los que llenan sus almas, ¿qué otra cosa me podrían ofrecer?. Quizás sea cuestión de tiempo lo que tarden en madurar el resto de sus sentimientos. Pero desde luego, todos serán bienvenidos.

Este brownie es especialmente húmedo y la próxima vez lo haré directamente en la placa del horno y no en molde como esta vez. El sabor delicioso ... si os gusta el choco, choco, choco. Con un ligerísimo y casi imperceptible picor en las comisuras de los labios y al finalizar la porción, en la garganta.

De ante mano he de pedir perdón por no recordar dónde localicé esta receta, si alguien que me lee conoce su autoría, le agradecería que la expusiera, para recomendarlo y darle las gracias.

Ahora vamos al lío con los ingredientes.

Ingredientes:

1 taza de mantequilla (yo 240 grs).

3 tazas de azúcar (ufff, veréis si glass100grs por taza, si normal 200grs por taza ... yo puse 100grs por taza).

1 cucharada de vainilla, esencia.
4 huevos.
1 y 1/2 taza de harina. (la pesé y fueron 180 grs).
1 taza de cacao puro y sin azúcar (lo pesé y efectivamente fueron 100 grs, como el azúcar glass).
1 pizca de cayena en polvo (ummmmmm, un secretito, yo le puse casi tres).
1/2 cucharadita de canela.
1 cucharadita de sal.
1 taza de cerezas (encontré unos arándanos semi deshidratados y la mitad cayeron camino a casa, 100grs).

1 taza de chips de chocolate semidulce (no sabía ni lo que era, así que le puse 50 grs de gotas chocolate negro).

Preparación:
Precalentar el horno a 180º.

Encamisar la placa del horno (con una servilleta extender sobre ella, aceite y encima espolvorear harina).

Batir la mantequilla junto al azúcar y la vainilla.
Incorporar los huevos uno a uno, hasta formar una pasta.

Unimos en un bol el cacao, la cayena, la canela y la sal. Y lo vamos incorporando poco a poco al resto de la masa. 

Añadir los arándanos (la próxima vez buscaré frambueeesasssssss ... ummmm), envolviéndolos con el resto de la crema y por último las gotitas de chocolate negro.

Extender la masa con el envés de una cuchara hornear  de 20 a 25 minutillos a 180º o hasta que al pincharlo con un palillo, este salga limpio.

Dejar enfriar, desmoldar, cortar en porciones y listo.

Nota: desde luego lo recomiendo como un bizcocho para adultos ... y no penséis mal ... ehhhhhhhh.